Tomado de:
http://felitorr935.wordpress.com/2010/12/15/el-libro-de-los-agravios-pablo-ojer-c/
El libro de los Agravios
Pablo Ojer C.
El Globo Caracas, Lunes 11, Abril de 1994
Me permito simplificar como indica el título del libro del doctor Marco A. Angeli “Agravios de Colombia a Venezuela” (Italgrafica. Caracas, Dic. 1993) que está comenzando a circular. Su autor, hombre de leyes, carupanero de la mejor estirpe oriental, es uno de los que en representación del Ministerio de Comunicaciones asistía a las sesiones del Consejo Nacional debe Fronteras creado en 1970 donde lo conocí. Se trata del fundado en el primer gobierno de Caldera por iniciativa del canciller Arístides Calvani, institución que, a diferencia del actual Consejo Nacional de Fronteras presidido por el ministro de Estado Pompeyo Márquez, estaba adscrito, dentro del más escrupuloso respeto a la tradición constitucional venezolana desde 1830, al Ministerio de Relaciones Exteriores despacho al que corresponden privadamente todos los asuntos en materia internacional como son los fronterizos. De entonces a esta parte nuestro mutuo conocimiento cn el autor de la obra que comento se ha acrecentado.
El doctor Angeli en su bella y espaciosa casa de Altamira, con paciencia y tesón benedictinos, ha ido recopilando los materiales que sustentan este “libro de los agravios”, los que le han servido de base para ir desgranando los temas en la prensa diaria en beneficio de basto público de lectores. Son 170 artículos los que conforman estas páginas que, como diría otro oriental, el viejo Vallenilla Lanz, se caracterizan por su “sinceridad y exactitud”. Páginas que desenmascaran los objetivos expansionistas de nuestros vecinos codiciosos.
El “Libro de los agravios” aparece en un momento muy oportuno cuando ha culminado el bochornoso quinquenio del menos venezolano de nuestros presidentes, Carlos Andrés Pérez, quinquenio en el que Colombia, con todo el apoyo del poder político y económico de dentro de Venezuela, ha pretendido imponer la doctrina de la llamada “integración binacional” que el pueblo ha captado con certeza como entregación de Venezuela. Justamente hace pocos días Mauricio Pérez Badell ha resumido con pluma firme y sapiencia de abogado y economista el gobierno pasado como “Cinco años de colombianización” (El Globo 2.4.94). Es el proceso vergonzante enmarcado en los acuerdos CAP-Barco de Caracas (3.2.89), Ureña (28.3.89) y San Pedro Alejandrino, Santa Marta (6.3.90).
Aparece el libro justo en el momento en que Colombia acaba de asestar una “puñalada”, como lo ha llamado el propio canciller Burelli Rivas, a Venezuela y su candidato con la candidatura para la Secretaría General de la OEA en la persona del propio presidente Gaviria Trujillo, la cual ha resultado victoriosa por el apoyo desembozado del Departamento de Estado de los Estados Unidos con la colaboración entre bambalinas, en la sobra aludida por Bolívar en su famosa sentencia, de Carlos Andrés Pérez.
Ante la incapacidad desidia y aun complacencia de una dirigencia política y económica que ha permitido a Colombia lograr sus objetivos expansionistas en Venezuela bajo la mal llamada “integración binacional”, bien vale la pena recordar lo dicho por el dirigente conservador colombiano Laureano Gómez con cuyas palabras se abre el libro de Angeli y se cierra como epígrafe del último artículo: “Si un país se presenta en todo momento dispuesto a ceder, listo a entregarse: si no tiene más tesis que la conciliación a todo trance; si no tiene más palabras que la fraternidad, aun cuando haya recibido los mayores agravios, ese país está destinado a desaparecer a espaldas del derecho internacional”.
Y también a espaldas de la historia, agregaríamos, ante las laudatorias alabanzas de Gaviria Trujillo pronunciadas por nuestro vicecanciller Roy Chaderton Matos en Washington, por Maruja Tarre ex asesora de la Cancillería y por el propio Burelli Rivas en su melosa carta que los propios medios colombianos han calificado de la más laudatoria entre todas las recibidas luego de la elección en la OEA.
Lleras Camargo y la exaltación del magnicidio
Vivía en Colombia bajo las presidencias de Alberto Lleras Camargo, primero en los años 40 tras la renuncia del Presidente Alfonso López Pumarejo, y en 1959 cuando ascendió al solio de Nariño con el voto de liberales y conservadores después del pacto de Benidorm.Al término de su primer período, producida la división del liberalismo, ganó la presidencia el conservador Mariano Ospina Pérez. Pues bien, como señala Angeli, a pesar de su estirpe venezolana por la sangre de los Camargo. Alberto Lleras no pudo ocultar su antibolivarianismo cuando en artículo publicado en “El Tiempo” de Bogotá en 1931. Calificó de “blancas” las manos de los que atentaron contra la vida del Libertador en la noche septembrina de 1928. Pero yo advierto en el escrito de Lleras Camargo algo más que una tendencia antibolivariana: la exaltación del intento de magnicidio como fuente de inspiración del liberalismo colombiano. “Qué importa –escribió- que la noche septembrina se calumnie y se denigre en los manuales de historia nacional para los niños de las escuelas. De allí arrancó toda la vida constitucional de Colombia; de allí, con los sables y puñales de la conjura, se estaba dictando el código democrático de la República.
No se olvide que entre los conspiraciones se hallaron Francisco de Paula Santander, padre putativo del liberalismo, y Mariano Ospina Rodríguez, fundador del partido conservador de nueva granada.
CRONICAS DE GRATA LECTURA
El Doctor Angeli no trata de entregarnos una obra de investigación histórica, ni jurídica. El llama a todos artículos que fueron apareciendo en la prensa diaria “Crónicas” Podemos aceptar el término en cuanto “el libro de los agravios” es de fácil y grata lectura para un vastísimo sector de lectores que sin duda cultivará –aunque por diversos motivos- tanto en Venezuela como en Colombia.
En cuanto al pasado remoto, al que dedica sólo las primeras treinta páginas, se le podrían formular algunas precisiones y aun correcciones, muy pocas por cierto, como que el nombre del golfo de Venezuela aparece no en 1504, sino en 1500, pues el portulado o mapa de Juan de la Cosa en el que aquel nombre aparece fue terminado en el Puerto de Santa María el año de 1500. También corregiríamos la fecha de las negociaciones Toro-Acosta las cuales tuvieron lugar en 1844 a 1845, y no dejaríamos pasar la oportunidad de señalar la primera falsificación hecha por los neogranadinos: la de expediente de Sinamaica (1790-92) presentando a Fermín Toro mutilado y trunco sin la fundamental Acta de Sinamaica del 1 de agosto de 1792. Así mismo precisaríamos el embrollo del Acta Declaración de París de 1886 de la que a nuestro juicio no se concluye – como cree Angeli – que el gobierno de la monarquía española se le dieron facultades de árbitro arbitrador. Son detalles que se pierden en este voluminosa y fundamental obra que llamamos “El libro de los agravios”.
Agravios no territoriales
Por supuesto, los agravios de Colombia a Venezuela en materia territorial están cuidadosamente registrados por el doctor Angeli. Pero con ellos incluye otros muchos de la más variada índole como el proyecto de llevar el oleoducto colombiano de Caño Limón (Arauca) por territorio Venezolano, tema que encontró acertadas críticas en los sectores responsables del país en 1988; la invasión de indocumentados o ilegales, la presencia de reservistas colombianos en nuestros estados fronterizos, particularmente en el Zulia; los secuestros de ganaderos y empresarios venezolanos en general a lo largo de la frontera: los ataques a nuestros puestos militares, la agresión del caldas y otras naves de guerra colombianas en agosto de 1987; el contrabando de gasolina; hasta la penetración de la droga, incluyendo su introducción por medio de las remesas de flores. Son todos temas de permanente actualidad.
Véase p.e. la polémica suscitada en 1988 sobre el proyectado oleoducto. Ahora ya no se trata sólo del Caño Limón (Arauca) sino del que se está licitando para sacar el petróleo de Cusiana, Cupiagua y otros yacimientos descubierto en Casanare, los más importantes hallazgos del oro negro después de los de Alaska. Ya se ha adelantado Alberto Quiroz Corradi a propiciar que se le dé salida a ese petróleo colombiano por territorio venezolano. Le recomendaría que releyera en “el libro de los agravios” la polémica suscitada en Venezuela en torno al proyectado oleoducto colombiano. Las razones entonces expuestas en función de los intereses económicos, políticos y estratégicos de Venezuela que desaconsejan sacar el petróleo colombiano por nuestro territorio, tanto al Lago de Maracaibo como a El Palito, junto a nuestra más importante base naval, adquieren hoy mayor validez. Es asunto al que dedicaremos en otra oportunidad especial atención porque a nuestro juicio la elección de Gaviria Trujillo tiene que ver con el interés de los Estados Unidos por el petróleo del Casanare, y debemos estar alertas ante las presiones que prevemos serán ejercidas sobre Venezuela. Por el momento invito a leer detenidamente “El Libro de los agravios” que desnuda las ambiciones de Colombia.
Baje el Libro aquí: Los Agravios de Colombia a Venezuela Marco Antonio Angeli
Transcrito por: Felipe Torrealba. www.abajocadenas.com
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